miércoles, 20 de julio de 2016

El blanquito va de 9





“Por eso ahora vamo´ a bailar,
Para cambiar esta suerte.
Si sabemos gambetear
Para ahuyentar la muerte.
Vamo´ a bailar,
Para cambiar esta suerte.
Si sabemos gambetear
Para ahuyentar la muerte.
Y por que si,
Porque sobran las bolas,
De matarla con el pecho
Y no tirarla afuera.
Para jugar
De local en cualquier cancha,
Aunque pongo el corazón
Y vos ponés la plancha.
Y, porque soy
De la escuela del bocha,
Voy con la fantasía
A la estrategia fría.
Y, si no hay copa,
Que haya cope para la gente,
Que salta sobre el dolor
Y nace nuevamente...
Y si me voy,
Así como de repente,
Es como un viaje más
Para el que viaja siempre.
Si he de morir,
No quiero como la oveja,
Que cuando no da más lana
El amo la degüella.
Tomala vos, dámela a mí,
Si te quedas... ¿por qué no venis?
Movela como sea,
Que ya llegó la hora
Del baile de la gambeta.
Para cambiar de suerte
Fantaseo una jugada
Hay que ahuyentar la muerte
Con la pelota encendida.
Para cambiar de suerte
Lleva el alma de una queja
Hay que ahuyentar la muerte
Y el cuero es pura vida.
Para cambiar de suerte
Si la suerte ya está echada
Hay que ahuyentar la muerte.
Y es el final del partido,
Para cambiar de suerte
Meto un gol de corazón
Hay que ahuyentar la muerte
Para gritarle al olvido
Para cambiar de suerte.”

Gustavo Cordera

Una rosa blanca



“Cultivo una rosa blanca

En Junio como en Enero

Para el amigo sincero

Que me da su mano franca.

 

Y para el cruel que me arranca

El corazón con que vivo,

Cardos ni ortigas cultivo;

Cultivo una rosa blanca.”

 


José Martí

La Torre del puerto de Colonia




“Era la hija del viejito guarda faro,
la princesita de aquella soledad,
y le decían con amor los pescadores
que era la perla más bonita y blanca que guardaba el mar.
Fue para ella que cantaron los marinos
que cruzaban las serenas aguas huérfanas de amor,
y en sus cantos llenos de cariños, siempre le decían
que brillaban sus ojos más que el faro y el sol.

Y escuchando las dulces palabras
de aquellos marinos, feliz sonreía,
para todos guardaba esperanzas
pues era tan buena que a todos quería
y el ensueño de aquellos cantares
volcaba alegría en su corazón,
y solita en aquellos lugares
también como todas forjó una ilusión.

Dicen que un día el capitán de un barco
que navegaba a la deriva y sin timón,
la vio en el faro radiante de belleza
y en su mirada orientó la nave de su corazón.
Y la linda princesita de los mares
sus caricias y ternuras llenas de pasión le dio,
y ahora dicen con dolor aquellos rudos pescadores
que la perla más linda el amor la llevó.

Ya no pasan los lobos marinos
coreando en la proa, humildes canciones,
y la honda tristeza del faro
aumenta la pena de sus corazones
y en las noches oscuras y tristes
si la luz del faro en sus barcos da,
se recuerdan de aquellos ojazos
y a veces algunos se ven lagrimear...



Gerónimo Sureda