sábado, 28 de mayo de 2016

Carlitos




"Amainaron guapos junto a tus ochavas
cuando un cajetilla los calzó de cross
y te dieron lustre las patotas bravas
allá por el año... novecientos dos...

Esquina porteña, tu rante canguela
se hace una melange de caña, gin fitz,
pase inglés y monte, bacará y quiniela,
curdelas de grappa y locas de pris.

El Odeón se manda la Real Academia
rebotando en tangos el viejo Pigall,
y se juega el resto la doliente anemia
que espera el tranvía para su arrabal.

De Esmeralda al norte, del lao de Retiro,
franchutas papusas caen en la oración
a ligarse un viaje, si se pone a tiro,
gambeteando el lente que tira el botón.

En tu esquina un día, Milonguita, aquella
papirusa criolla que Linnig mentó,
llevando un atado de ropa plebeya
al hombre tragedia tal vez encontró...

Te glosa en poemas Carlos de la Púa
y el pobre Contursi fue tu amigo fiel...
En tu esquina rea, cualquier cacatúa
sueña con la pinta de Carlos Gardel.

Esquina porteña, este milonguero
te ofrece su afecto más hondo y cordial.
Cuando con la vida esté cero a cero
te prometo el verso más rante y canero
para hacer el tango que te haga inmortal."

 

Esteban Celedonio Flores

martes, 17 de mayo de 2016

Cambio de guardia en Casa Rosada



“Ante el Cris, ante el Cristo Redentor 
se arrodi, se arrodillaba un arriero. 
Y roga y rogaba por las almas 
de los bra, de los bravos granaderos. 

Eran se, eran sesenta paisanos, 
los sese, los sesenta granaderos. 
Eran va, eran valientes cuyanos 
de cora, de corazones de acero. 

Quiero elevar mi canto 
como un lamento de tradición, 
para los granaderos 
que defendieron a mi Nación. 
Pido para esas almas 
que las bendiga nuestro Señor! 

Nuestra Se, nuestra Señora de Cuyo 
contempló la cruzada de los Andes. 
Y bendijo al General San Martín 
el más gra, el más grande entre los grandes. 

Cuna de, cuna de eternos laureles, 
con que se, con que se adorna mi Patria. 


Es Mendo, es Mendoza la guardiana 
por ser la, por ser la tierra más gaucha.


Hilario Cuadros

Cuesta arriba



“Si arrastré por este mundo
la vergüenza de haber sido
y el dolor de ya no ser.
Bajo el ala del sombrero
cuantas veces, embozada,
una lágrima asomada
yo no pude contener...
Si crucé por los caminos
como un paria que el destino
se empeñó en deshacer;
si fui flojo, si fui ciego,
sólo quiero que hoy comprendan
el valor que representa
el coraje de querer.

Era, para mí, la vida entera,
como un sol de primavera,
mi esperanza y mi pasión.
Sabía que en el mundo no cabía
toda la humilde alegría
de mi pobre corazón.
Ahora, cuesta abajo en mi rodada,
las ilusiones pasadas
yo no las puedo arrancar.
Sueño con el pasado que añoro,
el tiempo viejo que lloro
y que nunca volverá.

Por seguir tras de su huella
yo bebí incansablemente
en mi copa de dolor,
pero nadie comprendía
que, si todo yo lo daba
en cada vuelta dejaba
pedazos de corazón.
Ahora, triste, en la pendiente,
solitario y ya vencido
yo me quiero confesar:
si aquella boca mentía
el amor que me ofrecía,
por aquellos ojos brujos
yo habría dado siempre más.”

 


Alfredo Le Pera