sábado, 28 de mayo de 2016
martes, 17 de mayo de 2016
Cambio de guardia en Casa Rosada
“Ante el Cris, ante el Cristo Redentor
se arrodi, se arrodillaba un arriero.
Y roga y rogaba por las almas
de los bra, de los bravos granaderos.
Eran se, eran sesenta paisanos,
los sese, los sesenta granaderos.
Eran va, eran valientes cuyanos
de cora, de corazones de acero.
Quiero elevar mi canto
como un lamento de tradición,
para los granaderos
que defendieron a mi Nación.
Pido para esas almas
que las bendiga nuestro Señor!
Nuestra Se, nuestra Señora de Cuyo
contempló la cruzada de los Andes.
Y bendijo al General San Martín
el más gra, el más grande entre los grandes.
Cuna de, cuna de eternos laureles,
con que se, con que se adorna mi Patria.
se arrodi, se arrodillaba un arriero.
Y roga y rogaba por las almas
de los bra, de los bravos granaderos.
Eran se, eran sesenta paisanos,
los sese, los sesenta granaderos.
Eran va, eran valientes cuyanos
de cora, de corazones de acero.
Quiero elevar mi canto
como un lamento de tradición,
para los granaderos
que defendieron a mi Nación.
Pido para esas almas
que las bendiga nuestro Señor!
Nuestra Se, nuestra Señora de Cuyo
contempló la cruzada de los Andes.
Y bendijo al General San Martín
el más gra, el más grande entre los grandes.
Cuna de, cuna de eternos laureles,
con que se, con que se adorna mi Patria.
Es Mendo, es Mendoza la guardiana
por ser la, por ser la tierra más gaucha.”
Hilario Cuadros
Cuesta arriba
“Si arrastré por este mundo
la vergüenza de haber sido
y el dolor de ya no ser.
Bajo el ala del sombrero
cuantas veces, embozada,
una lágrima asomada
yo no pude contener...
Si crucé por los caminos
como un paria que el destino
se empeñó en deshacer;
si fui flojo, si fui ciego,
sólo quiero que hoy comprendan
el valor que representa
el coraje de querer.
Era, para mí, la vida entera,
como un sol de primavera,
mi esperanza y mi pasión.
Sabía que en el mundo no cabía
toda la humilde alegría
de mi pobre corazón.
Ahora, cuesta abajo en mi rodada,
las ilusiones pasadas
yo no las puedo arrancar.
Sueño con el pasado que añoro,
el tiempo viejo que lloro
y que nunca volverá.
Por seguir tras de su huella
yo bebí incansablemente
en mi copa de dolor,
pero nadie comprendía
que, si todo yo lo daba
en cada vuelta dejaba
pedazos de corazón.
Ahora, triste, en la pendiente,
solitario y ya vencido
yo me quiero confesar:
si aquella boca mentía
el amor que me ofrecía,
por aquellos ojos brujos
yo habría dado siempre más.”
Alfredo Le Pera
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