sábado, 25 de julio de 2015

Poyuelo




"Por la blanda arena que lame el mar
Su pequeña huella no vuelve más
Un sendero solo de pena y silencio llegó
Hasta el agua profunda
Un sendero solo de penas mudas llegó
Hasta la espuma

Sabe Dios que angustia te acompañó
Que dolores viejos calló tu voz
Para recostarte arrullada en el canto de las
Caracolas marinas
La canción que canta en el fondo oscuro del mar
La caracola

Te vas Alfonsina con tu soledad
¿Qué poemas nuevos fuiste a buscar?
Una voz antigua de viento y de sal
Te requiebra el alma y la está llevando
Y te vas hacia allá, como en sueños
Dormida, Alfonsina, vestida de mar

Cinco sirenitas te llevarán
Por caminos de algas y de coral
Y fosforescentes caballos marinos harán
Una ronda a tu lado
Y los habitantes del agua van a jugar
Pronto a tu lado

Bájame la lámpara un poco más
Déjame que duerma Nodriza en paz
Y si llama él no le digas que estoy
Dile que Alfonsina no vuelve
Y si llama él no le digas nunca que estoy
Di que me he ido

Te vas Alfonsina con tu soledad
¿Qué poemas nuevos fuiste a buscar?
Una voz antigua de viento y de sal
Te requiebra el alma y la está llevando
Y te vas hacia allá como en sueños"

Felix Luna

Un esquina en cualquier pueblo



"Lunita consentida
colgada del cielo
como un farolito
que puso mi Dios
para que alumbraras
las noches calladas
de este pueblo viejo
de mi corazón
.
Pueblito de mis cuitas
de casas pequeñitas
por tus calles tranquilas
corrió mi juventud
por ti aprendí a querer
por la primera vez
y nunca me enseñaste
lo que es la ingratitud.
.
Hoy yo vuelvo a tus lares
trayendo mis cantares
y con el alma enferma
de tanto padecer,
quiero pueblito viejo
morirme aquí en tu suelo
bajo la luz del cielo
que un día me vió nacer."


José A. Morales

sábado, 4 de julio de 2015

Siesta en la playa



“Vamos amarraditos los dos 
espumas y terciopelo, 
yo con un recrujir de almidón 
y tú serio y altanero. 

La gente nos mira 
con envidia por la calle, 
murmuran los vecinos, 
los amigos y el alcalde. 

Dicen que no se estila ya mas 
ni mi peinetón ni mi pasador, 
dicen que no se estila o no 
ni mi medallón ni tu cinturón. 

Yo se que se estilan 
tus ojazos y mi orgullo, 
cuando voy de tu brazo 
por el sol y sin apuro. 

Nos espera nuestro cochero 
frente a la iglesia mayor, 
y a trotecito lento recorremos el paseo, 
tu saludas tocando el ala 
de tu sombrero mejor, 
y yo agito con donaire mi pañuelo. 

No se estila, ya se que no se estila, 
que te pongas para cenar 
jazmines en el ojal. 

Desde luego parece un juego 
pero no hay nada mejor 
que ser un señor de aquellos 
que vieron mis abuelos. 

Nos espera nuestro cochero 
frente a la iglesia mayor, 
y a trotecito lento recorremos el paseo, 
tu saludas tocando el ala 
de tu sombrero mejor, 
y yo agito con donaire mi pañuelo. 

No se estila, ya se que no se estila, 
que te pongas para cenar 
jazmines en el ojal. 

Desde luego parece un juego 
pero no hay nada mejor 
que ser un señor de aquellos 
que vieron mis abuelos.”



Margarita Durán

Cabecita negra



“Inútil canción ¿para quién cantas?,
si ya la pebeta no escucha tu voz,
ni pone en tu boca la dulce ración
pa’ que con tu pico la puedas besar...
¡Callate!, no sigas tu triste gorjeo,
¿no ves que tu canto, me agranda este mal?...

Callate unos días, muy pocos tal vez,
ya verás que alegría te aguarda después...
Si quiere el destino traerme a la ingrata,
seguí con tu trino, con tal que alegrés,
si en cambio resuelve odiarme nomás
y se queda y no vuelve, entonces verás:
yo te abro la jaula, búscala en tu vuelo,
decile a esa maula, ¿por quién le cantas?...

Inútil canción ¿para quién cantas?,
si ya la pebeta no escucha tu voz,
ni pone en tu boca la dulce ración
pa’ que con tu pico la puedas besar...
¡Callate!, no sigas tu triste gorjeo,
¿no ves que tu canto, me agranda este mal?...

Serás como un hijo que busca la unión
y que lleva un recuerdo atado a un perdón
y vuelve trayendo, como un triunfador,
un beso en el pico y un lazo de amor...
¡Callate, no cantés, que siento en tu voz
como un eco distante, diciéndome adiós!...
La jaula está abierta, tendé tu volido
y al lao de su oído, cantá por los dos…




Atilio Supparo